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En sitios con alta afluencia de gente, como las piscinas, suelen generarse cantidades considerables de ruido. El caso de las piscinas resulta particular por tratarse de un lugar cuya naturaleza y características ocasionan que el sonido rebote entre paredes, techo y pisos, y se propague a través del agua.
Esto puede generar una experiencia incómoda y poco agradable para quienes visitan estos lugares. Pero no solo eso: el exceso de ruido puede entorpecer las labores de rescate en caso de producirse una situación de riesgo en la piscina.
Cabe recordar que estos sitios pueden servir como lugares de esparcimiento para vacacionistas y público en general, centros de entrenamiento y acondicionamiento físico para deportistas y atletas, o lugares de trabajo para profesores de natación, entrenadores y socorristas. Por todo lo anterior, es fundamental procurar la mayor seguridad acústica en piscinas.
Entre los desafíos que deben enfrentarse para lograr la seguridad acústica en lugares como piscinas y chapoteaderos, se encuentran los niveles de sonido constantemente altos, la libre propagación del sonido al tratarse de lugares abiertos, una claridad del habla deficiente y otros aspectos como las altas temperaturas y los elevados niveles de humedad del lugar o región donde se ubica la piscina.
Afortunadamente, al identificar estos desafíos, se ha vuelto más fácil desarrollar soluciones y aplicaciones para minimizarlos. Una de ellas es la instalación de techos fonoabsorbentes de pared a pared, complementados con paneles absorbentes instalados en las paredes adyacentes, para una óptima reducción de los niveles de sonido.
En caso de no ser posible aplicar techos fonoabsorbentes, una alternativa es la instalación de paneles o plafones suspendidos que también posean capacidad para absorber el ruido. Es importante emplear material que sea resistente a la humedad, la corrosión y los impactos. Para procurar un entorno higiénico, es preferible que estas aplicaciones sean también antibacteriales.
Con lo expuesto en este artículo, queda clara una cosa: insonorizar es la clave. Los niveles de ruido que puedan registrarse en una piscina dependen de factores como el tipo de aislante de sonido empleado, los materiales con que está construida la piscina y las fuentes sonoras del lugar.
Al optimizar las propiedades acústicas del inmueble donde se ubica la piscina, será posible alcanzar un punto de equilibrio en términos de salud y bienestar. Esto indudablemente atraerá a más visitantes y creará una mayor sensación de satisfacción y bienestar en el personal de la piscina.
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