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Casi todas las personas hemos escuchado “ruido” en los oídos cuando no hay una fuente sonora externa: al salir de un concierto, fiesta o lugar donde la música estaba a un volumen muy alto, tras la explosión de un cohete o globo, entre otros momentos. Sin embargo, un oído sano se recupera tras un lapso que puede variar de un par de minutos a horas; pero, cuando el zumbido permanece, se denomina tinnitus.
Si bien no es una enfermedad, el tinnitus puede ser síntoma de un trastorno no diagnosticado como una lesión en el oído, pérdida auditiva, hipertensión o enfermedad de Meniére. Aunque suele relacionarse el tinnitus con zumbidos en los oídos, hay personas que escuchan sibilancias, silbidos, chirridos o soplos cuya intensidad puede ser suave o fuerte; incluso, se han reportado casos de pacientes que escuchan ruidos similares a notas musicales, agua corriendo o el escape del aire, por ello, cuando es constante, causa mucho estrés y dificulta la concentración, conciliar el sueño o escuchar una conversación.
El tratamiento del tinnitus suele ser enfocado a reducir o tapar el ruido, con el uso de aparatos auditivos para que el sonido se perciba menos. Sin embargo, al ser síntoma de un problema auditivo, es importante acudir con el especialista para tratar la enfermedad asociada.
La exposición a ruidos fuertes y prolongados se relaciona con la pérdida auditiva: maquinaria pesada, armas de fuego, motores de camiones, la música muy alta, incluso los ruidos de las calles en entornos urbanos pueden provocar un daño permanente en el oído. Por ello, el ruido es uno de los factores de riesgo para el tinnitus.
Las personas que trabajan en entornos como fábricas, construcciones, músicos o técnicos de audio, entre otros, se encuentran expuestos de forma prolongada a niveles de ruido tan elevados que las pequeñas células de los cilios auditivos sensoriales del oído (encargadas de transmitir el ruido al cerebro) pueden dañarse y provocar que su capacidad de recuperación ante los sonidos fuertes vaya disminuyendo.
Aunado al trabajo, factores de riesgo como la edad, el tabaquismo, la hipertensión, diabetes, entre otros, pueden provocar que disminuyan las fibras nerviosas de los oídos y que se presenten los molestos zumbidos, o bien, que su intensidad se incremente.
El uso de protección auditiva, así como las mediciones de ruido con un decibelimetro puede ayudar a que la exposición a ruidos fuertes dañe los oídos de los trabajadores que se encuentran en riesgo de tinnitus, que si bien no es una enfermedad como tal, disminuye la calidad de vida de las personas que la padecen.
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